El Chile…. de remotas naciones respetada (*)… está en crisis.
Este es un capítulo que recién comienza para un Chile que despierta de años de adormecimiento, un Chile que se encuentra en la vitrina como ejemplo del progreso sudamericano, al menos hasta hace dos semanas; como diría Benedetti: “Todo se hunde en la niebla del olvido, pero cuando la niebla se despeja, el olvido está lleno de memoria”. Este es un fenómeno de múltiples capas y aristas, representa la evolución de un sistema insostenible, cuya administración se otorga desde una mirada lineal mecanicista y cuyo contexto de incertidumbre en aumento se intenta solucionar jugando a la predictibilidad. Cuando la niebla se despeja, el olvido está lleno de memoria no solo política sino también de un cúmulo de crisis sistémicas institucionales, ecológicas, económicas, sicológicas y sociales sostenidas en el tiempo… y llamamos a esto progreso.
Hay al menos tres reflexiones que realizar en este momento del tiempo a pocos días del estallido social detonado por el alza de 30 pesos chilenos en el valor del pasaje de Metro.
La primera reflexión: Nada está separado de otra cosa.
La crisis social es también ecológica, sicológica, cultural, histórica, económica, política, institucional. La vinculación es mucho más profunda de lo que se puede ver. Un sistema que explota y degrada el mundo natural no se puede sostener en el tiempo; si se degrada al mismo tiempo a comunidades, en especial a aquellas que se ven involucradas en el fenómeno de degradación y éste se mantiene en el tiempo, se transforma en una degradación sicológica, histórica y cultural, la cual en el tiempo va construyendo esa niebla, porque un sistema así se nutre del potencial olvido. Algunos llaman a esto interconexión e interdependencia, cualidades paradójicamente esenciales de un sistema vivo… no hay nada como algo separado de otra cosa.
La respuesta natural a esta degradación es territorial, es totalmente contextual; es profundamente relevante la reflexión desde un lugar, es la componente clave y atómica de un pensamiento global; responde muchas veces a lógicas locales bioregionales; un ejemplo es el ciclo del agua y su problemática social, ciclo fundamental en la conservación de la vida que solo hace sentido pensarlo y evaluarlo en su viaje natural bioregional, en su canción que emerge en los glaciares y llega al océano, cuando es capaz de llegar. Esta reflexión territorial implica entre otras cosas involucrar a la totalidad del territorio; la voz de comunidades invisibles entre ellas, comunidades de las que habla Sebastián Salinas en su carta no publicada del día de ayer y que puedes encontrar aquí: https://balloonlatam.com/entradas/2019/11/2/levantalavozrural-la-marcha-de-los-invisibles
La crisis social tiene uno de sus fundamentos en la ilusión de un crecimiento infinito en un planeta finito, crecimiento que ha dado varios resultados positivos, pero cuyos resultados negativos han perpetuado entre otras cosas el juego social de ganar/perder, donde los que pierden han decidido dejar de jugar al ver que la condición de perdedor es permanente. No hay separación entre la crisis social y la crisis de valores y principios sobre los cuales se fundamenta el sistema económico dominante. Para qué hablar de los resultados negativos, que los economistas llaman externalidades, para poner un nombre difícil que justifique una responsabilidad externa… subsidiados por las voces de la naturaleza y las futuras generaciones, que son, junto con las comunidades marginadas, las tres voces que se hacen cargo y se harán cargo de este juego del crecimiento infinito. Un árbol crece hasta un punto, luego del cual se desarrolla. Qué implica crecimiento y que implica desarrollo? Una pregunta que no ha podido responder el modelo económico dominante. Una pregunta que no han podido responder tampoco los negociadores de la COP para dar luz verde a la implementación del Acuerdo de Paris. Ya no seremos anfitriones de la COP 25, la volatilidad y ambigüedad no es garante del país ejemplo.
Estamos en crisis, eso es claro; el fenómeno está en proceso, eso es claro. Cómo podemos observar el fenómeno para intentar entenderlo?
La segunda reflexión: identificar el paradigma desde el cual se observa.
Los fenómenos sociales son dinámicos y mutan, co-evolucionan, se diluyen, se amplifican. Hay tres grandes dominios sobre los cuales atraviesan los fenómenos sociales, así como los naturales, culturales, organizacionales, etc. Cada dominio requiere de un paradigma específico de observación de manera de poder actuar y comportarse en coherencia con éste. Cuando se rompe la coherencia, los resultados son impredecibles, hasta catastróficos…. Cuando la coherencia se identifica y se mantiene, el fenómeno puede co-evolucionar hacia estados más ordenados.
Los paradigmas de observación de un fenómeno pueden ser: Ordenado y por lo tanto el resultado es controlable con relación causa efecto evidente. Este paradigma de observación lo enseñan en las mejores y peores universidades, es el paradigma que heredamos de una mirada lineal de la realidad, cuya metáfora es la máquina. Cuando los contextos son obvios funciona muy bien, cuando no son obvios e intentamos observarlos y actuar en ellos como si lo fueran, podemos caer en un dominio caótico. Si se observa un sistema como si fuera ordenado y se le aplican bordes rígidos, se arriesga la posibilidad de que los bordes rígidos se rompan y cuando ello ocurre, el resultado es catastrófico, cayendo directamente en estado de caos. Según mi visión, esto es la condición actual. Ahora bien, el estado de caos asegura que lo que salga de él será nuevo y por lo tanto representa una oportunidad única y clave en estos tiempos.
Caótico y por lo tanto el resultado es nuevo sin relación causa efecto si quiera imaginable. Este último siempre es un estado temporal, sin embargo para salir de este es necesario generar acciones, las cuales pueden temporalmente profundizar el estado o salir del estado de caos hacia uno complejo (normalmente) u ordenado (muy poco probable). El tipo de acciones desplegadas en este dominio pueden hacer permanecer a un sistema en este estado, generando más confusión y con resultados indeseados no predecibles. La condición de permanencia está por verse en lo contingente.
Complejo y por lo tanto el resultado es emergente con relación causa efecto no lineal. Los contextos sociales, dada la calidad y cantidad de interrelaciones son complejos y por lo tanto, al observarlos, no podemos inferir, ni intentar controlar ya que la impredictibilidad es alta, la incertidumbre es alta y la volatilidad es alta; los eventos en este tipo de contexto solo se repiten por accidente; el tipo de acciones en este dominio son exploratorias ya que la lógica detrás es la de experimentar en paralelo de manera de obtener atractores beneficiosos que podamos amplificar.
Cada paradigma requiere una manera distinta de observar y al mismo tiempo de responder.
Dicho esto, la tercera reflexión: cómo navegar en la incertidumbre, volatilidad, complejidad y ambigüedad crecientes?
Desde mi mirada, es relevante comprender el momento presente de la manera más profunda posible; esto significa suspender la creencia de que hay cualquier tipo de separación, en particular la separación social y la separación con el mundo natural. Significa que hay que escuchar todas las voces invisibilizadas por décadas, las voces del territorio, las voces ancestrales, la voz de la naturaleza, la voz de las futuras generaciones.
Es relevante enfrentar la crisis accionando con sabiduría y humildad, conociendo y aprendiendo ya que lo que está emergiendo es nuevo.
Es relevante entender la dirección de viaje que está apareciendo cada vez con más fuerza y claridad; y comprender que se acaban temporalmente los ABC para llegar a un resultado esperado, sino que el avance será vectorial, paso a paso, poniendo atención al momento emergente y ajustando en el camino. El único modelo válido para un sistema humano es el sistema mismo, bienvenidos a la era de la complejidad, de la escucha más profunda posible, de la observación del momento presente y de la retroalimentación en tiempo real. Y bienvenidas la humildad, la no violencia, la compasión y el entendimiento de la profunda interconexión e interdependencia de todo para avanzar sin miedo en este cambio de época.
(*) Fragmento del poema “La Araucana”, Alonso de Ercilla